miércoles, octubre 31, 2012

Adictos a la escritura: Los dos mundos


Aniversario con velas

Sofía apagó el despertador a las siete y cuarto, como siempre. «¿Qué día es hoy?», se preguntó mientras dormía cinco minutos más. Afuera, el perro daba vueltas al jardín; la gente pasaba atareada  por sus rutinas, el sol empezaba a salir, de pronto, Sofía recordó que día era.

Su aniversario, lo había planeado toda la semana y lo había olvidado, «¿Cómo es posible?», se sentía indignada y cansada, pero no le importó, se levantó aprisa y cogió las llaves del coche, aún le faltaba comprar algunas velas. El supermercado estaba repleto de gente y había mucho tráfico en la ciudad por la festividad en puerta: el día de muertos.

Le costaba recordar esos tiempos  cuando ponía un altar para sus tíos, abuelos, y otras personas amadas que se habían ido, pero celebraba los aniversarios sin velas, era duro tener un aniversario precisamente ese día, y ahora…

«Ochenta y siete con trece centavos», le dijo la cajera, Sofía extendió un billete de veinte pesos aún distraída, y cuando llegó a casa seguía tan distraída que le costó más de lo normal recordar donde había puesto las otras cosas, cuando por fin las encontró, comenzó a preparar todo para el ritual, «¿Cómo era?, sí, una vara de incienso, manzanilla, gordolobo, izta…izta…iztafucate»; Sofía seguía distraída pensando en su pasado. Terminó olvidando encender una vela en el instante final, y cuando llegó media noche Gabriel no apareció, ni siquiera escuchó su voz como le habían prometido en el folleto, rompió el folleto entre lágrimas y manoteó sobre el maldito ritual, se suponía que Gabriel podría cruzar el más allá esa noche, se suponía que volvería a verlo, si hacia… miró entonces la vela apagada, seguía en la esquina donde la había colocado, como si fuera un bolo de boliche en el tiro crucial, “Otro año más sin ti, Gabriel”, suspiró.

Más tarde, mientras miles vagaban entre las sombras de la ciudad, él eligió vagar por el campo de rosales que Sofía regaba, abrió despacito la puerta de la casa que él mismo había construido, y encontró en la cocina muchas velas regadas en el suelo, una yacía de pie en la esquina de un amorfo dibujo, se preguntó que sería eso pero se giró y subió las escaleras hasta la recámara de su esposa, era el día de su aniversario de bodas, todos le habían criticado que eligieran  casarse el día de muertos, pero al fin cómo lo que querían era estar juntos, poco les importó y se casaron.

Sofía estaba profundamente dormida, Gabriel se acercó despacito y la besó en la frente, acarició sus cabellos blancos y  tomó una de sus pequeñas manos ya arrugadas por los años. Miró a su alrededor y todo seguía igual que como lo había dejado, sobre la mesita que ostentaba una lámpara, estaba una fotografía familiar, Sofía sostenía en brazos un bebé, y él tenía una niña agarrada de las manos, sus hijos habían crecido tan pronto, miró nuevamente a su esposa y suspiró, «Buenas noches, mi amor, vuelvo el próximo año», y volvió a besarla.

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¡hOLA! Ojala les guste este humilde relato, forma parte de lo que Adictos a la escritura, preparó para este mes de octubre, la dualidad que expresan estos dos mundos, el de los vivos y el de los muertos, se verá reflejada en los relatos que recopilan, y justamente en el día en que la tenue linea que separa los dos mundos puede cruzarse... Para leer más relatos ACÁ:
http://adictos-escritura.blogspot.mx/2012/10/proyecto-de-octubre-los-dos-mundos_31.html
¡Gracias!