Premonición
Camine despacio hasta alcanzar mi propia sombra, cuando
me detuve estaba frente a su casa, con las manos en los bolsillos me senté observando la ventana de su alcoba, la
odiaba por estar tan cerca de mí. Por vivir a una cuadra de mi casa, por
asistir al mismo colegio que yo, por conocer a mis amigos, y por saber mí
nombre. Odiaba estar ahí frente a su casa, esperando por ella.
De pronto, una voz a mi espalda me sobresaltó. Era ella, me llamó por mi nombre, estaba tan
horrible como siempre, con esos jeans ajustados y el suéter rosa que tanto me
ofuscaba, supe que estaba perdido, que jamás podría librarme de ella, de esa
caprichosa chica que por alguna maldita razón siempre estaba en mis
pensamientos, porque siempre estaba dentro de mi cabeza, tenía malas notas por
su culpa, me tachaban de distraído por estar tan pendiente de ella.
Y entonces sonrió, con sus dientes chuecos, los hoyuelos
en sus mejillas brillaban bajo el sol del atardecer, y un automóvil pasó a
nuestro lado con música de banda sonora a todo volumen, era una balada
romántica. Pero no, ella y yo, no podía ser. ¿Cómo? También me reí ante tal
idea absurda.
El viento movió su cabello lacio y rubio, algo me
invadió, como un temblor, maldita sea, y ella se dio cuenta. Se acercó a mí y
me quede paralizado. Incapaz de defenderme porque ella puso su mano en mi
hombro. ¡Quién sabe con qué intenciones!
—¡Ya, Ives! ¿Te vas a quedar toda la vida ahí? Vamos, te
reto a una carrera hasta la heladería, ¿O es que tu bicicleta está demasiado
vieja para correr? — me dijo
—¡No! ¡Vas a morder el polvo! — le grite furioso
—¡Eso quiero verlo!
Y mientras me rebasaba de vez en cuando, note como me
miraba, era una mirada tenebrosamente asesina, como si quisiera comerme. Quise
correr más rápido. Y quién iba a decirme que diez años después estaría aún más
cerca de ella, que cargaría en mis brazos a un bebé con sus hoyuelos y … di
gracias a Dios porque mi hijo aún no tuviera dientes, pero entonces ella
apareció en el umbral de la puerta y volvió a sonreírme y volví a paralizarme.
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¡Hola! Esta tarde traigo para ustedes el proyecto de noviembre de Adictos a la Escritura.
El reto era hacer un microrelato sobre un tema especial pero sin usar ciertas palabras denominadas prohibidas :)
Elegí el tema: Un encuentro amoroso, y mis palabras prohibidas eran: pasión, deseo, amor, lujuria y cariño. Ya me dirán ustedes si logre el objetivo.
Más relatos restringidos, aquí: http://adictos-escritura.blogspot.mx/2012/11/proyecto-de-noviembre-las-palabras_29.html#comment-form
¡Qué simpático! Es muy original. Solo faltan algunas comas y acentos.
ResponderEliminar¡Besitos!
¡Hola Lydia! ¡Gracias! Voy a revisarlo bien.
EliminarWoww..que bien relatado, me ha gustado mucho.
ResponderEliminar¡¡¡Gracias Cloe!!! ¡Es un honor que te guste mi relato!
EliminarMaría: Enternecedora historia, llena de amor perdurable.
ResponderEliminarDos acotaciones:Cuando dices:¿Quién sabe con que intenciones?, creo que quedarían mejor como exclamación, y creo que te equivocaste cuando pusiste "ojuelos".
Por lo demás, me encantó tu relato: Doña Ku
¡Hola Dora! ¡Corregido! ¡Muchisiiissiiimas gracias por pasar a leer mi relato!
EliminarHola María:
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu ejercicio. Yo creo que sí has logrado el objetivo.
Es un relato muy emotivo y romántico, a pesar de las "palabras prohíbidas". Te felicito :=)
Saludos.
Willowgreen.
¡Hola! ¡Gracias!!!! ¡Como siempre un honor tenerte por aquí! ¡Saludos!
EliminarBuen relato María, curiosa atracción, la que siente este chico.
ResponderEliminarBesos
¡Gracias Daniel! Yo creo que es ese primer y curioso amor, en este caso, primero y último. ¡Besos de regreso!
EliminarMuy tierno tu relato! Me recuerda a esos jalones de cabello en clases del niño que quería llamar tu atención.
ResponderEliminarMuy bueno!
¡Hola Sarah! Pues sí, eso es inolvidable, jaja
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