Mariela se había topado con él a la salida del supermercado
y al momento de verlo su corazón dio un vuelco.
Lucía bastante alto, calculó que por lo menos medía un metro
ochenta y cinco. Su aspecto era desaliñado, pero se notaba que hacía ejercicio,
ya que su cuerpo lucía fornido bajo la camiseta sin mangas y los jeans
descoloridos. Llevaba el cabello largo y la barba crecida; "bueno...eso
está de moda", se dijo Mariela, como para tranquilizarse.
Pero la mirada que le dirigió al salir y el aspecto de su
rostro no fue nada tranquilizador, pues era poco atractivo y tenía una cicatriz
que le torcía la boca y le daba el aspecto de un hombre malvado.
Ella esperó un buen rato a que el tipo aquel subiera sus
compras a un destartalado Volkswagen, para dirigirse al suyo y hacer lo propio.
Luego aguardó a que se fuera para arrancar su Tsuru, que
apenas hacía dos meses había estrenado.
Manejó bastante relajada y pronto olvidó sus temores.
Hasta que el rojo de un semáforo la detuvo y volteó a su
izquierda, inmediatamente se le secó la boca, ¡el hombre del supermercado
estaba a su lado! La inundó un extraño
escalofrío y a la vez una gota de sudor corrió por su espalda.
En cuanto vio la luz verde aceleró, y su auto salió
despedido chirriando con fuerza.
Notó que el hombre aceleraba también tratando de alcanzarla.
Pronto no tuvo más remedio que frenar ante otra luz roja, Mariela temblaba y
evitaba mirar a la izquierda, presintiendo que el hombre la observaba.
-¡Señora, señora!- oyó que le gritaban- ¡lleva abierto el
maletero!- se dio cuenta que era el tan temido hombre quién le gritaba.
Efectívamente, la tapa del maletero estaba levantada y ,por
su nerviosismo, no se había dado cuenta. Se hizo a la orilla de la calle y
bajó. Las piernas le temblaban como si fuesen de gelatina. Cerró el maletero y
volvió a subir al auto. El hombre había desparecido.
Más adelante volvió a atisbar el viejo Volkswagen
estacionado a un costado de la calle y alcanzó a ver al hombre cargando a un
niño y besando a la que parecía su mujer.
"¡Ay, que loca estoy!", pensó, "las diarias
noticias a cerca de la inseguridad y los asaltos, me tienen así".
Pronto llegó frente a su casa y tocó el claxon para que le
abrieran el portón, pero recordó que era el día de asueto de la chica que la
ayudaba con el quehacer de la casa. Así que descendió de su auto para abrir y,
al hacerlo, tropezó con un chico bastante agradable y vestido impecablemente,
quién sonrió y dijo con voz de bajo profundo : "¡disculpe!".
-No se preocu...- comenzó a decir, pero ya no pudo seguir
pues un cuchillo atravesó su estómago haciéndola caer al piso.
El "chico agradable" le quitó las llaves de la
mano, subió al auto y partió con rumbo desconocido.
El último rostro que registró la mente de la moribunda
Mariela, sin saber porqué, fue el del hombre de " la boca torcida".
DK
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
¡Hola! Este es el relato de mi compañera Dora Ku, en el grupo Adictos a la escritura, este mes el ejercicio consistía en hacer un relato sin título que después intercambiaríamos para titular, a mí me ha tocado el de Dora, y debo decir que me costo ponerle un título a este genial relato, es muy sentido, me dolió su final y realmente sufrí con la protagonista, por eso no encontraba un título de su talla. Ahora que lo tengo, ya me dirán ustedes si le va bien o no; mi relato, que publique en la entrada anterior, está titulado por Athena Rodriguez, acá: AQUÍ .