Antes de salir, echa un último vistazo a la mujer que yace
en la camilla, ella es diferente. A Ramón le cuesta mucho subir las escaleras
rumbo a la salida de la funeraria, lleva una chaqueta incómoda que le impide mover los hombros hacia atrás.
Ya arriba de su auto, advierte que ha olvidado su teléfono
en el cajoncillo tras el escritorio, saca otra vez su cuerpo de seis décadas al
incesante frío de la noche. O es ahora o nunca, ésta es la última vez que
estará en tal recinto luctuoso.
Tarda unos minutos en encontrar las llaves para abrir la
puerta principal, ha olvidado las gafas en la guantera y no quiere volver sobre sus pasos, temiendo
contraer una pulmonía. Ya dentro de las instalaciones, se dirige en penumbra
hasta el cuarto indicado, antes de empujar la puerta la escucha hablar. Ella es diferente, ella no es una
extraña.
Conoce esa voz desde hace dieciocho años, le pedía que la
dejara usar las brochas, siempre quería ayudarlo y nunca tenía
miedo. A partir de mañana, serán sus hijos los que seguirán el negocio,
él para qué querría hacerlo más, se siente cansado y viejo.
Recargado en la pared, con la puerta entreabierta, los mira
caminar de un lado a otro del cuarto mientras ella les habla. La parsimonia de
los fantasmas deja un lúgubre olor salado en el ambiente, bajo la media luz se
dibujan formas amorfas en la pared del fondo, afuera se escuchan los pasos
agitados de algún transeúnte y los gemidos de un gato hambriento. El aire huele
a muerte.
Los instrumentos están cuidadosamente acomodados en la mesilla,
ella toma una pequeña brocha y baja de la camilla para retocar a uno, éste le
da las gracias y le desea buena suerte en su entierro. Ramón ahoga un sollozo y
da media vuelta, ya no le importa el teléfono, ni la cafetera que se caído y
roto, ya la repondrán los nuevos dueños.
Corre hasta el auto y después de azotar la puerta, el
silencio rompe el aire luctuoso. Duele. Aún puede oler su perfume favorito,
inconfundible a pesar del olor de los muertos que inundaba todo, mira de reojo
hacia el edificio y le dice adiós con un leve movimiento de cabeza. Ensimismado
en sus pensamientos, se aleja por la avenida, es lo más sensato que puede hacer,
se dice así mismo como consuelo, después de todo, mañana asistirá al entierro
de su hija.
Hasta aquí tienen a Ramón, pues este mes de abril el ejercicio de Adictos a la escritura era hacer un relato tomando como protagonista a un personaje especial que nos proponían:
-Isabel: una adolescente en su primer día de instituto.
-Gálivich: un troll que vive debajo de un puente.
¡Gracias por leer! :)
Uffff, ¡qué intenso, María! Yo habría escogido hacer el relato del troll (no sin una razón, me estoy leyendo El Hobbit... jaja) pero tú le has dado a este tema un sabor interesante y lo has llevado por un camino que a mí nunca se me habría ocurrido. Te envidio! ;)
ResponderEliminarHace mucho que no me paso (ni publico...), perdona. Un besazo, es una alegría para mí ver que sigues por aquí, mientras que yo soy TAN inconstante.
¡Hola! :) ¡Esa es una buena razón, es que yo todavía no leo ese libro! No tienes de que envidiarme, tú también escribes muy bien, sobre cosas que yo jamás podría redactar ;) A lo mejor será que el tema nos elige...
Eliminar¡Y no te preocupes, puedes pasar cuando quieras y puedas! ¡Mucha suerte en tu blog! Aunque tardes en publicar, yo espero con gusto :) ¡Un abrazo!
Muy buen relato no pensaba que terminaría así ni que decir de las descripciones
ResponderEliminarHola, disculpame, se me paso contestar tu comentario :( Soy una despistada de lo peor. ¡Que genial que te gustara tanto! *-* Y de nuevo, mil disculpas :s
EliminarAl principio pense que algun muerto no lo estaria y al volver lo mataria, luego que era su mujer y lo de su hija no me lo esperaba. Muy bueno el ultimo giro. Las descripciones me han gustado y el relato tambien. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola, muchas gracias! ¡Que gusto que te gustara mi relato,¡Un abrazo!
EliminarSuper cautivante, buena reflexión, un gran texto! un beso
ResponderEliminar¡Muchas muchas muchas gracias! ¡Un beso!
EliminarInteresante el punto que abordas con el personaje de Ramón, para mi era el protagonista mas complejo. Y duro golpe el ver que era el funeral de su hija no lo vi venir.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, yo también pensé lo mismo y me gusto mucho la forma en que Ramón se desarrolla en el relato. Intenté que el estuviera triste desde el principio, precisamente porque a quien había arreglado ese día era a su hija.
Eliminar¡Saludos!
Me ha sorprendido y gustado el final, no me lo esperaba. En cuanto pueda me paso y me leo tu relato del mes pasado, que no se me olvida, pero he estado muy liado y no he podido.
ResponderEliminarUn beso
Antonio V. García.
¡Hola Antonio! ¡Que bueno que te gusto el final! :) Y no te preocupes, cuando puedas puedes venir a leer el relato pasado, ¡mucha suerte en todo! ¡Un beso!
Eliminar¡Menudo final! La verdad es que no me lo esperaba para nada. ¡Muy bueno!
ResponderEliminar¡Muchas muchas gracias Alina, que gusto que te gustara tanto!
Eliminar¡Piel de gallina!
ResponderEliminarHermoso de una manera triste, muy conmovedor.
Besito
¡Muchas gracias Meli! ¡Que genial que te gustara! ¡Besito!
Eliminar¡Hola! Una graciosa coincidencia sí. Antonio V. Garcia y JLdurán también coincidieron en que Isabel era ciega y nosotras dos en la muerte de la hija de Ramón. Es curioso.Sin embargo, tu personaje es más dulce. No se puede mas que sentir su historia y pena. Supongo que me repetiré un poco también en que engañas un poquito, lo primero que uno piensa es que es su mujer, luego que ibas a escribir algo de miedo pero el final no me lo esperaba. Creo que es porque el inicio de llamarla "mujer". En fin, me ha gustado muchisimo.
ResponderEliminarUn besazo !
Alejandra Meza
¡Hola Alejandra! Te lo dije, es muy gracioso que sin ponernos de acuerdo hayamos coincidido con algunos rasgos de los personajes. Tu Ramón tenía una pena algo más grande, eso creo yo, por eso el mío resulta más tierno, creo que tu Ramón, tenía además ese profundo remordimiento y sufría más, en cambio el mío, tenía más bien una melancolía de lo hermoso, porque intente que fuera la historia de que su hija compartía el cariño hacia el trabajo de Ramón. Y el únicamente ya no le veía sentido a nada sin ella. No era mi intención engañar, pero sí el revelar de a poco quien realmente esa mujer que no era una extraña. ¡Que genial que te gustara tanto! Me ha llamado la atención que escribimos parecido, es curioso. ¡Un besazo!
EliminarHola, Maria:
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato. Lo encuentro muy original y conmovedor.
Saludos, querida.
¡Hola Ever! ¡Muchas gracias, que honor que te guste mi relato! ¡Saludos! :)
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