miércoles, octubre 26, 2011

Relato 7. Basado en leyenda japonesa


 La mujer de la cara cortada
Kuchisake-Onna

Caminaba por una calle oscura en medio de la noche, buscándolo. Lo vi de pie en la esquina, levemente iluminado por la luz de la farola, alcance a ver su piel fresca y joven, sus brazos fuertes.
Me acerque rápidamente, él se volteo y al verme ir hacia él, sonreía.

¿Atashi kirei? (¿Soy hermosa?)

En una sonrisa asintió, no perdía de vista mis ojos verdes y los rasgos suaves de mi rostro; entonces descubrí mi boca, hasta ese momento cubierta por una mascara de cirujano; ¿Kore Demo? (¿Y ahora?)

Él dio un paso atrás y dio un grito de horror, yo le estaba sonriendo. La ultima sonrisa que vio en su vida.

Después seguí caminado, aún con las tijeras chorreando de sangre roja y brillante en las manos; buscándolo, y lo encontré pronto, sentado en una banca pública, la luz de la luna denotaba sus anchos hombros, y la faz juvenil de su mirada.
Me acerque por detrás y le pregunte: ¿Soy hermosa? ; Me miró sonriendo y embelesado por mis pupilas; me dijo que sí, y cuando descubrí mi rostro y le pregunte de nuevo, sólo torció un poco la boca, y volvió a decir que sí. No había visto mis tijeras, que en un breve segundo ya las tenia yo frente a su cara desfigurada por el miedo y de un zarpazo preciso rompí su piel de oreja a oreja, dejándolo tirado, chillando, mientras yo sonreía con la misma sonrisa que había dejado en su rostro.

Mas tarde,  iba caminando por una calle solitaria, porque sabia que él pasaría por ahí, yo estaba buscándolo. No tardo mucho, lo vi doblar la esquina con su mochila al hombro, caminando rápidamente, cuando estuvimos cara a cara, él me sonrió y yo le pregunte: - ¿Soy hermosa?, él me pregunto: ¿y yo, soy hermoso?.

Me conocía muy bien, y mientras yo me quede unos instantes pensándolo, él avanzo unos metros mas corriendo. Me aparecí otra vez frente a él al final de la calle; unos dicen que es imposible escapar de un espíritu demoníaco (yokai) que regresa para vengarse; él escapa cada noche, desde aquel día en que lo encontré por primera vez; me tendió como siempre, unos caramelos de colores, los acepte gustosa y el siguió caminando.


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La leyenda dice que hace mucho tiempo había una preciosa pero vanidosa mujer que se casó con un samurái. La bellísima mujer era amada y pretendida por muchos hombres y acostumbraba engañar a su marido. El samurái sabía de las infidelidades de su esposa por lo que un día en un ataque de celos y furia le cortó la boca de un lado a otro mientras gritaba:

-        ¿Crees que eres hermosa? ¿Quién va a creer que eres hermosa ahora?

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