lunes, octubre 31, 2011

Relato 12. Incógnita


Incógnita

El dolor de cabeza se intensifica en mis sienes, como si tuviera dos clavos rasgando mi piel. En el estomago siento un vacio de mil años, como acido destruyéndome por dentro. La habitación da vueltas.

Aparece él en la puerta de la cocina, me mira con odio. Sus manos son antorchas de fuego y consumen poco a poco las paredes, estoy atrapada entre las llamas, me sigue mirando con odio.

-¿tu que haces aquí? – es lo único que se me ocurre decirle, como si lo conociera, solo se que se parece a aquel que nunca pude amar.

El fuego da vueltas con la habitación, su rostro y su mirada también. Intento correr pero mis pies no responde, estoy como atada al suelo, de un segundo a otro, de cara al suelo y el fuego sobre mi; y abajo… ¡tengo que salvarlo!…

No puedo moverme, y cuando por fin logro mover uno de mis dedos, la gravedad es más poderosa y me hace lenta. Con movimientos pesados trato de ponerme en pie y es inútil. En vez de avanzar, todo parece alejarse de mi; hasta el humo.

Ruedo hacia un precipicio, caigo de cabeza y no siento otro dolor mas que los clavos en mis sienes,  y el acido en mi estomago. Silencio, y luego un silbido fuerte que destroza mis odios, siento que el acido explota en mi estomago, las llamas alrededor y èl mirándome desde la puerta, mis pies clavados al suelo, el dolor mas clavado en mis sienes.

Todo se va, y solo queda el dolor de cabeza, el fuego se convirtió en mis compañeros de juerga esparcidos por la habitación, perdidos por la droga.

domingo, octubre 30, 2011

Compendio de las 12 noches de Halloween

Hola: Esperando que estén muy bien, traigo esta entrada para recopilar las entradas de estos 12 días; y explicar porque tanta literatura de horror, o no tanto, la verdad es que creo que este genero no se me da.
Y antes, de empezar quiero extender una disculpa a mis seguidoras que pudieran haberse sentido ofendidas con estos temas, decirles que no ha sido mi intención, yo he tratado de escribir literatura que denuncie horrores, que suceden en la vida diaria, pero que bien podrían ser el guion de una película de Halloween por ser tan macabros.


Es un cuentito que ma contaba mi abuelita, trataba de que el diablo quería llevarse a la señora, pero el gato hizo un trato con él y no debia llevársela hasta que termina de contarle todos sus pelos, pero solo tenia hasta el amanecer, y por supuesto, nunca termino. Por dos razones: porque el gato se sacudia cunado ya iba a terminar, y por que el mal nunca gana . : D


Este relato esta basado en la leyenda local de Lagunillas, San Luis Potosí; algunos decían es cierto, y otros que inventos de los pueblerinos, sea como sea, de chica me mato de miedo. :D

3ra. Noche: Viceversa

Decidi incluir este tema en los relatos, porque al ver el video de Porta: Espejismos, me impacto como va él cantandole al oído, y ella no lo escucha, y creo que es así de triste cuando tenemos a un ser cercano con esa enfermedad, se mata a si mism@ , pero termina destruyendo a todos los que la quieren, ¿ por que esta sorda?

4ta. noche: Perro roñoso

Este si es un cuento original, que escribi un dia que me tope con un perrito muy enfermo,y me dio mucha tristeza, me dio coraje; y escribi este cuento que trata sobre un hijo que mata a su padre, como venganza , despues de que de niño ve como su padre mato al perrillo que el recogió de la calle.


Yo creo que este relato no da nada de miedo, como yo lo escribí. Vean la película y verán cono se traspasa el horror la pantalla; la terrible escena en donde el padre escucha gritar a su hija,y él al otro lado del teléfono sin poder hacer nada, ¿o quizá si?


En Monterrey,  La casa de los tubos, es un icono del horror urbano, se dicen tantas cosa, y han muerto muchas personas ahí, desde la pequeña que cayo al precipicio hasta algunos curiosos que van a explorar.


Es una leyenda japonesa, lo que mas me sorprendió  de las múltiples versiones, es aquella que dice que se puede escapar de tan terrible demonio, ¡con ofrecerle unos dulces! Eso si,tiene que ser con amabilidad . : )


Aunque sea solo un relato basado en la leyenda urbana, da miedo que haya "humanos" capaces de dejar morir sola  a una pequeña niña.

Noche 9: Valentin

Encontre esta verson del dia de San Valentin, que fue un mártir que hizo amistad con la hija e un carcelero.


Este me contaba mi mamá para que me durmiera temprano, suerte que yo no tengo ninguna muñeca de trapo :D


Este terrible historia esta basada en el capitulo de la serie Mujeres Asesinas 3, que a su vez esta basado en la pelicula: Las Poquianchis, película basada en un hecho real.

Noche 12. Incógnita

Es el titulo del relato, así que lo dejara de incógnita hasta esta noche :D

sábado, octubre 29, 2011

Relato 11. Basado en el capítulo de “Mujeres asesinas 3”


 Las cotuchas empresarias

Esa noche discutieron un rato por El Negro, que si era un  desconsiderado, que por vender droga les había arruinado el negocio; mientras Milagros lo defendia, por ser su amado hijito, Amparo daba  alaridos de coraje; en eso  llego Sagrario:   “ Ya nos cayo la chota” , les aviso; las tres salieron al bar, donde un comandante de la policía , estaba interrogando a las meseras.

-Vengo buscando al negro, ¿no lo conoces?– nadie le respondió y volvió a preguntar - ¿alguien sabe quién es el negro, Felipe Quezada?-  hasta que el mismo Negro le respondió.
- ¿y usted quién es? – lo reto huraño y con la mirada sombría desde una esquina del bar – Este es un negocio legal y en regla.
- Nadie viene por el negocio” legal y en regla”. Yo vengo buscando a Felipe Quezada Alias el negro, por venta de estupefacientes- salieron las cotuchas, hablo Milagros reprochándole al policía que las dejara en paz. - ¡Ya le dije señora, que no vengo a clausurar su negocio! Vengo a buscar a Felipe Quezada Alias El negro - un breve silencio le siguió a su respuesta hasta que mi hermana Caridad, le dijo con los ojos que lo tenía enfrente.
- ¡arrestenlo! – ordeno el comandante, pero ya El negro tenia en la mano un pistola, y a pesar de eso se quedo corto, y el policía abrió el fuego, disparando una certera bala al corazón.
Cayo y con él Milagros, llorando y clamando por su hijo muerto. Entre el murmullo y los gritos, Caridad se tiro a los pies del comandante, le imploraba llorando:
-¡por favor sálvenos! ¡Nos tienen secuestradas! ¡Por favor, sáquenos a todas!¡por favor! ¡por favor ayúdenos!

Me apresure a levantarla, la abrace y le tape la boca con la mano; ella luchaba resistiéndose, pero la obligue a callar, si no, sería peor el castigo. Desde la barra ataco Carmen: “Aquí la que es wila es wila porque quiere”, era la comadre de las cotuchas, por esos días.
No llevaron a todas a la delegación. El comandante sentó frente a él a las tres perversas cotuchas, mientras nos llevaron a nosotras a interrogarnos también.

-Usted no tiene ningún derecho de hacernos lo que nos esta haciendo, ¡óigame bien! – sentencio Amparo
-sepa usted, que somos influyentes, conocemos gente de muy altos niveles, fíjese.- alardeaba Sagrario
-¡con su sangre, me va a pagar, desgraciado, la vida de mi hijo! – clamo Milagros.
- ¡Les suplico señoras que se limiten, a responder las preguntas que yo les hago! – paro el comandante

El lio que mi hermana había armado era el asunto, pero ellas respondieron diciendo que era imposible que le creyera mas a una “piruja”, que a unas empresarias tan respetadas como ellas, que ellas garantizaban calidad seguridad e higiene; yo escupí todo, y por eso fueron a revisar el patio del burdel.

Les indique el lugar en donde debían cavar para encontrar los cuerpos, primero hallaron el esqueleto de un perro, y las cotuchas se reían, argumentando que ni a sus mascotitas dejaban descansar en paz.

-La Caridad esta enterrada allá – indique con la cabeza, y la sonrisa se les borro del rostro.
Empezaron a cavar bajo  sus frías miradas, que distaban mucho de ser de asombro; no había nada, y les indique que les faltaba  poco, que siguieran cavando; hasta que por fin, la mano de mi hermana surgió de la tierra.
Gire el rostro, y el comandante me decía que tenia que mirar el cuerpo para identificarlo.
-¡necesito que identifique el cuerpo!
- ¿tiene un tubazo en la cabeza, no?
-¿Cómo lo sabe?
-porque yo la mate.

Porque las cotuchas nunca mataron a nadie, nos manipulaban cruelmente, nos volvieron asesinas. Ellas argumentaron que ocultaron los cuerpos para proteger nuestras almas perdidas, que eso se sacaban por andar haciendo favores: “Eran terribles, todo lo que le platiquemos es poco, comparado con la realidad”

Encontraron 18 cuerpos, entre mujeres y recién nacidos; les pidió que les hablara de la primera victima, fue Chayo, que murió desangrada después de un aborto, las “señoras” no quisieron comprarle las medicinas que receto el doctor; y la enterramos en el patio, entre rezos, cantos luctuosos, e insultos de advertencia para las demás.

Se entero de eso, y de que muchos diputados, alcaldes y jueces las ayudaban; el  problema, decían ellas, era cuando venían los malos tiempos, en donde no hay comida, “y si no hay comida, empiezan los líos”

Se referían a aquella tarde, en que mientras nosotras comíamos, Carmen barría la entrada; “para que la próxima vez, no me conteste como me contesto, comadre, ahí te vas a quedar sin comer, y tienes que lavar los vestidos de estas mugrosas”; Carmen rogaba: “me estoy muriendo de hambre Doña Milagros”, poco les importo a las cotuchas y mas la recriminaron.
Caridad estaba sentada junto a mi, cuchicheo, y yo la calle, pero nos escucharon, y reprendieron, “cállate, y comete esos frijoles”, otra les contesto: “Si son una porquería estos frijoles, ni cocidos están; es vil agua puerca con frijoles duros”.

“¡queremos comida! ¡Queremos tragar!” se oyó en coro, “ ¡ya ,ya cállense, malparidas, ves lo que provocas Caridad, todo esto es tu culpa!”, “ella no sabe lo que hace, esta enferma”, respondí, “pues yo no me voy a comer estos frijoles”, reto otra, “ te los comes, o te muelo  a palos”, “ pues no me los trago, ¡yo no me voy a tragar esta porquería, ni que fuera perro!” , desquiciada, azoto el plato en el suelo, regando los frijoles y salpicando de caldo nuestras faldas.

“Ahora si te mueres, desgraciada”, sentencio Amparo, “¿Quién va a castigar a esta”; “¿por que no la castigas tu, Carmen?”, propuso Milagros “ prefirió tirar la comida para que se la coman los perros, antes de que te la comas tu, ¡castígala!”, ”ándale castígala”, animo Sagrario. “¡castígala! ¡Castígala”, resonaba en toda la habitación, y una manada de mujeres rabiosas  se fueron contra una, tomándola de los brazos y la cabeza; “ahora si me la voy a comer… ¡ya me los voy a comer!, por favor, ¡ya me los voy a comer! ¡ahh!” , suplicaba la infeliz mientras la golpeaban. Yo estaba sentada a la mesa, y Caridad sollozaba abrazada a mi, mientras las cotuchas terminaban de comer tranquilamente y los gritos y los sonidos de los golpes, el sonido de la muerte, inundaba el lugar.

También la enterramos en el patio, donde Caridad depuso varias veces; enojadas, las Cotuchas me preguntaron que le pasaba, les respondí que estaba enferma, que la iba a cuidar mucho, para que se curara y no las molestara.

-¿y esa fue la forma de… cuidar a tu hermana? – me pregunto con dificultad el comandante Galeana, recordando mi respuesta en la revisión: “porque yo la mate”. Lo mire un momento a los ojos, y después baje la mirada, me hacia trizas el dolor, el remordimiento.

A Caridad y a mi, nos sacaron las cotuchas de nuestro humilde casilla en el campo, les prometieron a nuestros padres, que nos acomodarían en una casa de sirvientas, y que cada quince días les mandaríamos dinero, “ahí te encargo a tu hermanita”, fue lo ultimo que me dijo mi padre al despedirse.

Al llegar descubrimos el horror, nos dijeron: “aquí vienen a trabajar, a estarse calladitas y con las piernas bien flojitas”. La primera noche, Sagrario regateo por mi con un licenciado, “usted saca su dinerito de los impuestos de empresarios honrados como nosotras, de ahí saque algo para sus antojitos”, le dijo.

“ En algunos cadáveres hay muestras de heridas y contusiones, huellas de maltrato físico…” ; leyó el comandante Galeana en frente de las cotuchas; “no es maltrato físico, sino disciplina”, se excusaron ellas, “ no hay empresa que prospere sin disciplina”.

Yo les dije una vez a las perversas cotuchas, “señoras, ya me voy a portar bien, y voy a trabajar todo lo que ustedes quieran”, “pues para eso estas”, “pero ya no le peguen a mi hermanita”, “tu no vas a venir a decirnos a quien castigar o no, aquí todas son wilas y trabajan para nosotras”.
Yo llegue a ser su “comadre”,  nos promovían de nivel, cada año elegían a la mejor portada para vestir al niño Dios, y así nos convertíamos en “familia”, en “comadres”.

Comíamos todas sentadas  a la mesa, Caridad tocio fuerte y se levanto para luego vomitar en frente de todas; las cotuchas me hicieron una seña, debía castigarla. “castíguenla”, musite y las demás se pararon a darle de golpes, Caridad chillaba al mismo tiempo que yo masticaba los frijoles duros. Quedo muy mal herida, y yo la cure; ella me decía entre lagrimas: “ya no quiero que me peguen”.

Muertas de hambre, flacas y ojerosas; las cotuchas nos miraban y decían: “que asco me dan, nada mas míralas”, “parecen vacas flacas, llenas de miados, porquería”, “así tan jodidas, y apestosas, nadie las va a querer”, “mejor habríamos de matarlas a todas”.

“Milagros, ¿Cómo se cobro la vida de su hijo?, le preguntaron; “me obligo a matar a mi hermana, ella me obligo a matar a la caridad” reproche, “¿yo?, ¡tu estas loca!, yo nunca te obligue a nada; así como la ve, esta si se escabecho a su propia hermana”, “lo hice por defenderla”, “¡di lo que quieras!, que a mi me vale gorro; yo nunca le pedí nada a nadie, porque para lo que yo necesitara tenia a mi hermanas, juntas nos agarraron, juntas nos refundieron, siempre juntas…” , “si tu mataste a palos a tu hermanita, allá tu y tu conciencia, ¿no?”, “ ¿usted nos ve matándonos  a palos, arañándonos entre nosotras?, No, señora, nosotras somos hermanas, y la familia es sagrada”.

La tarde en que mate a Caridad, estábamos afuera, mi hermana me abrasaba y llegaron las cotuchas, Milagros clamaba: “me mataron a mi hijo”; “por tu culpa, ¡por tu culpa, maldita” , se dirigió a Caridad, “si mi hijo esta muerto, tu también te tienes que morir, ¡me oyeron! ¡Mátenla!”. Nos acorralaron y yo tome un  tubo para amenazarlas, las demás ya tenían en las manos piedras y palos, no se me ocurrió otra cosa, y descargue un golpe tremendo sobre la sien de mi hermana, ella cayo sin vida, y la manada de mujeres furiosas la rodearon atacando su cuerpo inerte, yo me aleje bajo la mirada de las perversas cotuchas.

¡CoNcUrSo!

¡Hola!  El motivo de esta entrada es platicarles que Lilian del blog Ciento un viajes, organizo ya su primer concurso , con una temática muy interesante, y unos premios fabulosos.
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viernes, octubre 28, 2011

Relato 10. Inspirado en mito urbano


La muñeca de Guille

Con rotunda alegría, Guille jugaba a preparar té en el porche de su casa; su madre la miraba desde la cocina mientras preparaba  la cena.

Cuando el padre de Guille termino de cenar, la madre la llamo para que fuera a dormir; renegada y absorta en el juego, la pequeña continua sirviendo té y panecillos a su muñeca en la vajilla de plástico rosita que tenia acomodada en todo el porche.

Volvió a llamarla su madre, Guille volvió a ignorarla, ya le había dicho que no debía jugar con su muñeca en la noche argumentando que se convertía en bruja cuando daban las doce. Guille no le creía del todo y cuando vio que su madre se dirigía a ella, empezó con rapidez a empujar los panecillos de lodo en la boca dibujada en la muñeca de tela.

-Anda  - ordeno - ¡come rápido! ¡Ya viene! – se distrajo un poco la pequeña niña, y volteando hacia su madre, escucho una vocecita chillona:

- No tengo dientes- y al volverse, se encontró con su muñeca de tela sonriendo con la boca abierta, y que en efecto, estaba chimuela.

Relato 9. Basado en leyenda internacional


Valentín

Medio desmayado por los azotes, Valentín estaba tirado boca abajo en el frío piso de la celda; su cabello, largo hasta el hombro, estaba revuelto y enredado. Abrió los ojos cuando sintió que las ratas se escondieron y escuchó a lo lejos unos pasos suaves.

Estaba condenado a muerte. Los motivos eran superfluos, y no importaban nada ahora; más relevancia tenia haber pasado una vida entera creyendo y apostando por esos motivos, y perecer sin más bajo la mano tirana de una sociedad aturdida por sus propios gritos.

Los pasos fueron seguidos por unos chirridos graves y la puerta de su celda se abrió. Una figura liviana, de aspecto suave como sus pasos, rubia como un querubín, se asomó depositando en el suelo una bandeja de comida.
¡Espera! musitó rogando que ella pudiera escucharlo
No… no puedo… titubeó ella con un pie ya fuera de la celda y una mano en la tosca cerradura
¿No puedes… qué? retó como última esperanza
No puedo hablar contigo.
¿Por qué?
Porque eres el prisionero de mi padre, estás condenado a muerte por unos crímenes crueles que cometiste, y yo no puedo ni quiero liberarte, esa es mi razón, si tu razón para hablarme era recuperar tu libertad... entonces, todo está perdido.
¿Por qué hablas de mí, como si me conocieras?
Todos los presos quieren que los libere.
Yo no, déjame presentarme, mi nombre es Valentín. Ya estoy resignado a morir, pero sería mejor morir sabiendo que alguien me extrañará. Como estoy ahora, nadie se acordará de mí.
¿Cómo podría extrañarte si no te conozco? Mi padre es un verdugo, eres para mí lo que sería una res para la hija de un carnicero.
Tienes mucha razón, pero te pido, te ruego y te imploro, que te quedes un breve momento a conversar conmigo, cuando vengas…
No puedo.

Ella salió de la celda rápidamente, cerró con fuerza la reja y puso el candado, mientras él la miraba suplicando misericordia. Al día siguiente, Valentín le insistió de nuevo, pidiéndole  por su amistad.

Después de un par de días más, Primitiva, aceptó conversar con él; hablaban de cosas sencillas,  Valentín le mostraba su opinión del mundo, y ella le explicaba como preparaba el menú del día.

Hicieron crecer una amistad en medio de la sentencia de muerte que rondaba a Valentín; y el día en que debía cumplirse, Primitiva rogó a su padre que perdonará a su nuevo amigo, pero el verdugo no hizo caso a sus súplicas pues no era su ley la que obedecía sino la de los superiores dirigentes de la ciudad.

Primitiva se quedó encerrada en su casa y luchó todo lo que pudo por salir a liberar a Valentín, pero no lo logró. Murió aquel hombre, y alguien se quedó en el mundo extrañándolo y llorando por él.  

Después, miles de personas festejaron  y enviaron cartas de amor el día de su muerte: 14 de febrero. Todos inspirados, aunque no lo sabían,  por un trocito de papel que Valentín dejó en su celda para Primitiva, era una despedida y la firmo con un: “Con amor. Tu Valentín.”


jueves, octubre 27, 2011

Relato 8. Adaptación de leyenda urbana


La niña fantasma de Gabriel Mancera

Eran las dos de la madrugada, caminaba rápidamente por las calles de la ciudad, llevaba en el pecho la desesperanza, mi madre estaba enferma, quejándose en casa, en agonía. Yo iba a la farmacia a traer sus medicinas. Me detuve en la banqueta, la luz  verde retrasaba mi marcha, el recuerdo de mi madre moribunda, recomendándome tener cuidado al cruzar la calle estaba bien presente en mi.

El semáforo cambio a rojo, estaba en el cruce de Gabriel Mancera, me dispuse a atravesar la avenida, cuando un golpe en mi espalda me tiro al suelo, desde donde vi huir a  un automóvil a gran velocidad.

Las autos siguieron corriendo a mi lado, y me quede sola, muy herida, muriendo en el asfalto; no podía dejar de pensar en mi madre, grite por ayuda, pero nadie me escucho. Nadie le llevaría sus medicinas, ¿Qué seria entonces de ella?

Regreso hoy, y lo seguiré haciendo siempre, al cruce de Gabriel Mancera, veo un auto  a alta velocidad, atravieso la calle y al verme, el conductor frena en seco, el vehículo se voltea y queda de cabeza con sus pasajeros muy heridos; al pasar junto a ellos, uno jala mi vestidito blanco, parece sorprenderse al ver mi rostro con moretones, y el hilo de sangre que baja de mi cabeza hasta mis pies, me pide ayuda, pero yo no lo escucho; y nadie lo escuchara.

miércoles, octubre 26, 2011

Relato 7. Basado en leyenda japonesa


 La mujer de la cara cortada
Kuchisake-Onna

Caminaba por una calle oscura en medio de la noche, buscándolo. Lo vi de pie en la esquina, levemente iluminado por la luz de la farola, alcance a ver su piel fresca y joven, sus brazos fuertes.
Me acerque rápidamente, él se volteo y al verme ir hacia él, sonreía.

¿Atashi kirei? (¿Soy hermosa?)

En una sonrisa asintió, no perdía de vista mis ojos verdes y los rasgos suaves de mi rostro; entonces descubrí mi boca, hasta ese momento cubierta por una mascara de cirujano; ¿Kore Demo? (¿Y ahora?)

Él dio un paso atrás y dio un grito de horror, yo le estaba sonriendo. La ultima sonrisa que vio en su vida.

Después seguí caminado, aún con las tijeras chorreando de sangre roja y brillante en las manos; buscándolo, y lo encontré pronto, sentado en una banca pública, la luz de la luna denotaba sus anchos hombros, y la faz juvenil de su mirada.
Me acerque por detrás y le pregunte: ¿Soy hermosa? ; Me miró sonriendo y embelesado por mis pupilas; me dijo que sí, y cuando descubrí mi rostro y le pregunte de nuevo, sólo torció un poco la boca, y volvió a decir que sí. No había visto mis tijeras, que en un breve segundo ya las tenia yo frente a su cara desfigurada por el miedo y de un zarpazo preciso rompí su piel de oreja a oreja, dejándolo tirado, chillando, mientras yo sonreía con la misma sonrisa que había dejado en su rostro.

Mas tarde,  iba caminando por una calle solitaria, porque sabia que él pasaría por ahí, yo estaba buscándolo. No tardo mucho, lo vi doblar la esquina con su mochila al hombro, caminando rápidamente, cuando estuvimos cara a cara, él me sonrió y yo le pregunte: - ¿Soy hermosa?, él me pregunto: ¿y yo, soy hermoso?.

Me conocía muy bien, y mientras yo me quede unos instantes pensándolo, él avanzo unos metros mas corriendo. Me aparecí otra vez frente a él al final de la calle; unos dicen que es imposible escapar de un espíritu demoníaco (yokai) que regresa para vengarse; él escapa cada noche, desde aquel día en que lo encontré por primera vez; me tendió como siempre, unos caramelos de colores, los acepte gustosa y el siguió caminando.


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La leyenda dice que hace mucho tiempo había una preciosa pero vanidosa mujer que se casó con un samurái. La bellísima mujer era amada y pretendida por muchos hombres y acostumbraba engañar a su marido. El samurái sabía de las infidelidades de su esposa por lo que un día en un ataque de celos y furia le cortó la boca de un lado a otro mientras gritaba:

-        ¿Crees que eres hermosa? ¿Quién va a creer que eres hermosa ahora?

martes, octubre 25, 2011

Relato 6 Adaptacion de leyenda local


La casa de los tubos

A  la izquierda y luego a la derecha, le habían dicho que estaba la recamara de sus padres; avanzó despacio, con una mano recargada en la pared y con la otra girando la rueda de la silla. Podría haberlos llamado, pero la oscuridad en que estaba sumida la casa le daba escalofríos, y aunque sentía miedo no quería romper el silencio ¿advertir su posición?.

Sus padres habían construido con tanto amor esa casa, querían que fuera lo mas cómoda posible para su discapacidad, lo seria si su habitación no estuviera tan lejos de la de ellos. Avanzó un poco mas, y se encontró con otra presencia,  era un pequeño niño de pie en el balcón.

Por favor, no te acerques a la orilla el balcón no está terminado

El niño la miró con miedo y se alejó un paso más de ella, más cerca de la orilla, del precipicio. Ella movió la rueda, para poder sostenerlo, pero resbaló y su silla fue directa al vacío; el pequeño trató de salvarla, pero no eran más que dos pequeños niños contra la fuerza bruta de la gravedad.

Cayeron juntos y cuando ella se dio cuenta; ya estaba en el suelo, al lado del cadáver del pequeño niño;  vio como su casa, que había sido hermosa, estaba en ese momento hecha ruinas y la pareja que los miraba gritando y llorando desesperadamente desde el balcón, no eran sus padres, sino los de pequeño. Bajaron rápidamente y tomaron en sus brazos el cuerpo inerte de su hijo, ella era invisible y la atravesaron igual que a su silla de ruedas volcada.
Un segundo después despertó en su cama, la silla a un lado, y escuchó los ruidos que tanto la habían hecho temer, entonces se subió a la silla y fue a la recamara de sus padres, como lo hacia todas las noches desde el día de su muerte.

lunes, octubre 24, 2011

Relato 5 Inspirado en la película: “Búsqueda implacable (Taken)"


La fuerza de un amor infinito

Su rostro estaba desencajado cuando la vio por primera vez después del secuestro; contuvo un sollozo que no iba acorde a la ocasión. Era solo, que lo sentía tanto, y no había tiempo de pensar, solo de actuar.

Verla viva, cuando pensó  infinidad de veces en que podía estar muerta, más de mil veces en que se preguntó si ya era muy tarde. Con el arma en el cuello del perverso magnate, le ordenó ofrecer la cifra más alta: "¡Comprala! ¡hazlo ya!"  Gritó sin titubear, y al ver la lentitud del hombre, él mismo presionó el botón rojo, "¡Vendida!", se escuchó una voz al centro de la reunión. Brian miro como la sacaban por la puerta trasera,”los ganadores pueden reclamar su orden inmediatamente”.

Sus sentidos estaban fuera de sí, tenia que sacarla pronto, tenia que salvarla.  No importaba nada más. Empujó al hombre fuera del circulo  y al siguiente instante, se encontró con la cara al suelo, medio inconsciente, y al otro instante medio atado, medio atrapado, pero no habían tocado ni un milímetro de su voluntad.

Con todo y traspiés, hizo estallar el fuego, y los mató a todos con llaves certeras y golpes en la yugular en menos de  diez segundos.  Luego fue tras de Patrick Singler, lo encontró  parado junto al elevador,  Singler  le imploró en vano, mientras la puerta se abría y Brian le disparaba obligandolo a caer de espaldas dentro del elevador, le disparó una vez mas, dándole en el brazo, y disparando otra vez para herir la pierna izquierda. Singler se quejaba, le dijo: “ Eran negocios, no es personal” , rogaba, “para mí, fue muy personal”, le respondió Brian, disparando por ultima vez, y arrojando la pistola sobre el cuerpo inerte.

Cuando el elevador abrió la puerta en el piso de abajo; las damas presentes gritaron horrorizadas al ver  el cuerpo ensangrentado del anfitrión; Brian ya estaba saliendo del edificio, y justo vio como aquel magnate, se la llevaba en un auto de lujo. Lo siguió corriendo hasta el muelle, donde lo vio bajar y abordar un yate junto con ella y dos chicas más. Se acercó al muelle para tomar el auto lujoso que habían dejado, y los siguió por la carretera paralela al río, y al parar cerca dio un gran salto, y cayó encima del yate con un sonido ronco, se libró de uno y más guardias. El magnate lo vio, y lo mando atrapar, pero nadie pudo detenerlo. Siguió y siguió deshaciéndose de todos, con una rapidez inigualable; lo movía una fuerza suprema, la fuerza de un amor infinito, que es una fuerza inagotable.

Con sigilo se acercó, empujando puertas, corriendo en instantes descorazonado, en instantes pedante y seguro, la quería a ella, no importaba nada más. Y la encontró al final del pasillo, un hombre gordo la sujetaba del cuello, y amenazaba con quitarle la vida si Brian daba un paso. Por suerte aun tenía un arma en las manos, y el  hombre no tenia reflejos, basto un segundo y un disparo, para que ella quedara libre.

Se miraron un momento;  él llevaba a cuestas la mayor desesperanza, de oírla en el teléfono a miles de kilómetros de distancia, escuchar sus gritos y como la arrastraban bajo la cama, que se la llevaban, que le decían que no iba a volver  a verla, y no poder tener unas manos de hule, que la  alcanzaran, y traerla a su morada segura. Llevaba  a cuestas esas 96 horas, el plazo que le decían que tenía para salvarla, y ese reloj implacable que no paraba mientras se iban las horas y con ellas la esperanza. Llevaba a cuestas el dolor sin nombre, de buscarla, de casi verla entre el grupo de jóvenes drogadas y medio muertas; y no encontrarla, y preguntarse donde estaría, si estaba viva aún. Llevaba  a cuestas una preocupación tan grande como el universo, buscarla en la casa de la puerta roja  y no verla, encontrar a su amiga Amanda sin vida, y buscarla a ella, y que le dijeran que la habían vendido, que la habían llevado lejos; y sacar fuerzas de su ser, qur sin ella ya no es  nada, y no rendirse, y matar, torturar, llorar, gritar, patear, traicionar, masacrar y tener bien firme la disposición de destruir la torre Eiffel si fuera necesario. Nadie puede dudar que lo hubiera hecho.

Y después de ese momento en que se miraron a los ojos, “tú...” dijo ella con miedo, porque aunque él llevaba a cuestas todo eso,  no era nada comparado con  el miedo que ella había sentido, y Brian lo sabia, por eso le dolía tanto. “Tú viniste por mí”, “Dije que vendría”, y luego se abrazaron, padre e hija  ya estaban juntos.

sábado, octubre 22, 2011

Relato 4. Perro roñoso



Sin parpadear, me mira mientras hago con precisión el nudo en la cuerda. El cuero viejo se pega  a sus huesos mientras empiezo a acomodarlo en la mesa de la cocina.

“Nunca podrías imaginar cuanto te odio”, empiezo mientras lo sujeto con fuerza en la mesa. “Te odio porque me lo quitaste, y yo lo amaba mucho”; mi voz rebelde se quiebra en un hilo, pero al instante me recupero y sigo con sonido ronco, “tu me lo quitaste, él me supo dar mas amor en esos poquitos minutos que estuvo conmigo… mas amor del que tu me demostraste en toda mi vida.”

“¿Por qué lo hiciste”, ¿Por qué lo arrebataste de mi lado”, ¿sabes?, ahora que lo pienso yo tampoco te quise, nunca. Todos estos años llevo esperando el momento preciso para mi venganza, lo justo es que te destruya  porque tu lo destruiste a él, y a mí, cuando él murió…”

“Recuerdo muy bien el instante en que lo conocí, lo encontré sentadito en la orilla de la banqueta; tenia su piel arrugada, y pegada a los huesos de su columna, me asuste un poco, lo confieso; ¿tú no sentiste piedad?¿él no merecía misericordia? ¡Nada era su culpa! ¡Tú lo mataste! Eras un mastodonte a su lado, y él tan indefenso… ¡mírate ahora! ¡Ya eres viejo! ¡Mira como tienes la misma estampa de ese perrillo moribundo! No mereces misericordia. Quiero que sufras. ¡Quiero que sufras mucho!”

“Yo quería salvarlo, lo metí a la casa, y  cuando tú lo viste te pusiste furioso, me empujaste y te lo llevaste arrastrando hacia el patio trasero; vi como lo golpeabas con un barrote, no sabia que hacer, él chillaba, se retorcía y tú seguías aplastando poco a poco su cabeza… , parado en el marco de la puerta, mire como se botaron sus ojos; hasta ese momento notaste que yo estaba tras de ti, mirándote con mi infantil rostro de horror, tenia solo ocho años... Giraste rápidamente, y mientras me empujabas de nuevo hacia dentro de la casa,  me reprochabas gritando: ¿Por qué saliste? ¡Te dije que te quedaras allá!"

Olvidaste cerrar la puerta, papá  fue lo único que te dije.

Me sigue mirando con los ojos abiertos, recojo del suelo el mismo barrote con que mi padre asesino a mi perrito… golpeo su cabeza una y otra vez, sus chillidos llenan la habitación y su sangre se esparce en el suelo. Es tan irónico pensar ahora que él lo mato solo porque no quería que ensuciara la casa…

viernes, octubre 21, 2011

Relato 3. Inspirado por la canción “Espejismos” de Porta


Viceversa

Ésta es la ultima vez que voy a verla y ella está recostada con los ojos cerrados. Aún no puedo creer que mañana se va para siempre, y me dejará aún más solo de lo que estaba cuando me encontró.

Me cuesta aguantar las lágrimas, pero no voy a ceder porque los hombres no lloran, ¿Qué diría de mí?, aunque quizá ni le importe, a ella siempre le importó mucho más lo que decían de ella.
¿Y en dónde estamos ahora? ¿Juntos? No, aunque literalmente tenga su mano apretada entre las mías. Me duele tanto pensar que pude haber estado ahí, que podía haberla salvado de ese horrible monstruo. Y no puedo volver  el tiempo atrás, no la salve y me voy a quedar solo con el remordimiento.

Yo presumía de estar cerca de ella pero la rutina inundaba mi tiempo de cansancio, de problemas estúpidos que no importaban nada, y la descuide. Deje que cayera en las manos de ese terrible monstruo, me volví ciego mientras él acababa con sus sueños poco a poco; y no hice nada cuando empezó a engullir su belleza con sigiloso y terrible silencio.

Si hubiera sabido, si ella hubiera pedido mi ayuda; pero él la tenía hipnotizada y me la robó, mañana se la lleva para siempre.
Nadie la amo como yo, aunque esas ultimas semanas no me dejo verla yo luchaba por encontrármela, por hacerle preguntas y no basto. Me di cuenta muy tarde, debí tomarla y sacudirla, apretarla entre mis brazos y alejarla lo más posible del maldito monstruo.

No tengo idea de cuanto tiempo llevo aquí apretando sus manos, alguien me  toca el hombro y me jala a una silla, pues los de la funeraria ya van a preparar el cuerpo de mi novia; un cuerpo que había sido territorio de curvas y ahora parece un esqueleto de los del dos de noviembre, y ella murió creyendo que era gorda.

Por fin me rindo y empiezo a llorar, mirando como sacan el cuerpo de la habitación; y es entonces que escucho las palabras más horribles que he oído en mi vida:

-Mi más sincero pésame, Emmanuel.

jueves, octubre 20, 2011

Relato 2. Adaptación de leyenda urbana.

Por favor, no me comas

Mientras Quina y Julieta preparaban la salsa,  Viviana destazaba con agilidad el gran trozo de carne reseca. El reloj marcaba las once y cincuenta, tenían apenas una hora para  preparar  el guisado  pues su padre llegaría en punto de las doce treinta  y no  podría esperarlas.

Si no hubiera sido por el perro que les había robado la barbacoa que habían comprado en el mercado, no tendrían que lidiar a las prisas. Julieta le tenía miedo a su padre, y entre sollozo y sollozo iba condimentando el caldo; no estaba tan segura de librarla y aunque sus hermanas mayores ya le habían dicho que se tranquilizara, ella no podía evitar pensar en lo que les esperaría si la carne aun no estaba servida.

El padre de las mozas era un tirano en cuanto de sazón se trataba, que si esto muy salado, que si muy crudo, que si no le pusieron suficiente clavo. “Da igual, lo hecho esta hecho”, cuchicheó  Viviana al oído de Quina.
¿De quien había heredado el labrador su carácter estricto?, de nada menos que de su madre, la única abuela que les había sobrevivido de la revolución  a las tres hermanas.
Y dieron las doce y media,  las pisadas del caballo se escuchaban  puntuales en la entrada de la casa, y un par de segundos mas tarde; el señor de la casa estaba entrando y sentándose en la mesa.

Quina se acercó tambaleándose con un jarro de café, y Viviana le sirvió un enorme filete entre cuadrado y triangular; Julieta, que veía venir el regaño por tal error, se apresuró a depositar el tortillero frente a su padre.

Después pareció que la suerte les  favorecía  pues el hombre empezó a comer satisfecho, sin decir ninguna palabra, incluso  soltó un murmullo bajo como diciendo: “Que rico está todo”, Sin embargo, lo cierto es que el exigente padre llevaba ya un rato oyendo una vocecita a lo lejos, le sonaba conocida y le decía: “no me comas, por favor no me comas”.

¡Viviana!
¿Si, papá?
¿Hoy no quiso comer tu abuela?
No contestó Quina temblando.
¿Por qué?
No sé las apoyó Julieta
Voy a verla – dijo su padre y se levantó de la mesa con rapidez.

Viviana, Quina y Julieta se atravesaron en su camino, él las miró furioso y las apartó bruscamente  para ir a la recamara de su madre. Y ahí se la encontró… tapadita aún con su chal celeste, con la mirada hacia el techo, y la boca ampliamente abierta, le faltaba la mitad de la espalda, y uno de los huesitos de la columna yacía en el suelo en un charco de sangre; horrorizado, se le puso el rostro blanco, y los ojos humedecidos y cuadrados se volcaron desorbitados  por la tétrica escena sangrienta.

Sucedió como Julieta había dicho: “No nos va a dar tiempo de limpiar el cuarto de la vieja”, y así ocurrió. Al salir de la habitación, el hombre disgustado para comer, ya no encontró a sus tres hijas, sino a unas fieras y terribles lobas, que lo miraron gruñendo y pelando los dientes mientras avanzaban hacia él. ¿Quizá pensaban ya en prepararse la cena?